Goodbye Móvil
Después de una relación de casi 5 años, de tener la agenda tan llena que debía ir borrando personas antiguas para poner a nuevas, de haber guardado la mayoría de mensajes que recibía (debido a una absurda ilusión de que algún día los pasaría todos a XML), de tirarlo al suelo varias veces para hacer bromas y parecer un chico divertido, de enfundarlo en un trozo de plástico que se volvió verde con el tiempo y el moho, de que me acompañase en todos mis viajes por Europa, África y Asia, de que me explicase historias sobre la Vida mientras disfrutaba de mis momentos íntimos en el váter, de hablarle tantas horas (y a veces sobre cosas prohibidas), de que me chamuscara mis neuronas haciendo que mi cerebro sea mucho más propenso a tener un bonito tumor, de que mi muslo derecho vibre sólo sin que él tenga que estar en el bolsillo del pantalón, de que la tapa trasera saltara sola y me encantase jugar con ella en mi bolsillo, y, finalmente, después de que haya renunciado a nuevas tecnologías móviles que en realidad no necesitaba durante estos casi 5 años, ahora, en Marzo del 2008, me cambio de móvil debido a su desafortunada defunción y pierdo TODA mi “Vida en SMS” para tener en unas semanas algo de tan altamente tecnológico que, por mucho que se esfuerce, no conseguirá que lo tire al suelo y que le de los cariñosos golpes que le daba a su predecesor.
D.E.P. Oh, Gran Siemens.
PS: Con todo esto quiero decir que, hasta que no me llegue el nuevo generador de cáncer y odio en el tren, no tengo móvil. No puedo recibir mensajes, aunque sí llamadas (a veces y según los golpes que le dé al ex-móvil).